
Socio-culturalmente la tristeza y depresión se encuentran asociadas al fracaso, la debilidad personal y mental, la incapacidad, por lo cual son rechazadas y mal vistas. ¿Y quién quiere ser considerado fracasado e inferior? ¿Quién quiere ser mal visto? Nadie. Esto nos lleva como individuos inmersos en esa sociedad a tener dificultad para reconocer y aceptarnos ante nosotros mismos y los demás cuando nos encontramos tristes, obstaculizando así el primer paso para entender y tratar ese estado de ánimo, que es reconocerlo.
No nos enseñan en cambio, que la tristeza es una más de la gama de emociones, igual de importante, necesaria y válida a las demás, como la alegría, el enojo, el miedo, el asco, la vergüenza, etc. Mucho menos nos apoyan y orientan sobre reconocer la tristeza y qué hacer en caso de sentirnos así. Ya que socialmente no es considerada valiosa para nuestro crecimiento personal, sino al contrario, es hasta cierto punto despreciada.
Dado lo previamente comentado, al interior de las familias es difícil para los padres enseñar y guiar a sus hijos sobre qué es la tristeza y qué hacer cuando nos sentimos tristes; ocasionando algunas veces malos manejos, pautas o ejemplos que van distorsionando y enredando la percepción sobre esta emoción del individuo en desarrollo.
Es así que cuando nos volvemos adultos podemos llegar a preferir ocultar nuestra tristeza, tratar de evadirla o disfrazar para que los demás no la noten o hasta tratar de ocultarla de nosotros mismos. No queremos vernos vulnerables ante los otros, porque nos avergüenza y tenemos la un tanto absurda esperanza de que sola desaparezca. Hacemos esto sin saber que nos esforzamos en vano y solo retrasamos nuestro proceso de entender lo que ocurre hacía nuestro interior para así lograr superarlo.
Por tanto, la tristeza es una emoción que forma parte de la naturaleza humana, y también los animales la experimentan. Existen una gama de emociones como son la alegría, el enojo, el miedo, el asco, la vergüenza, la tristeza; las cuales se desencadenan por los diversos estímulos a nuestro alrededor.
Es importante diferenciar entre tristeza y depresión. La depresión por otro lado es un estado constante de tristeza sumado a pensamientos pesimistas y conductas de auto-descuido y desatención personal.
En la depresión tenemos pensamientos de que no somos lo suficientemente buenos o capaces, de que no somos valiosos ni importantes, de que no somos físicamente atractivos. Podemos presentar conductas de falta de arreglo personal como no bañarnos, no lavarnos los dientes, en las mujeres no maquillarse, no disfrutamos las actividades que antes nos agradaban y las dejamos de hacer; también pueden presentarse alteraciones en el sueño y apetito.
Es importante que sepamos que a su vez la depresión es natural de acuerdo a las circunstancias que estemos viviendo, puede desencadenarse por ejemplo por alguna pérdida importante para nosotros como el perder un empleo, una pareja, un ser querido, una amistad o hasta una mascota. Las situaciones circunstanciales pueden jugar un papel importante para nuestro paso por esa etapa de depresión, como el apoyo que nos brindan nuestros familiares, amigos y compañeros; esto puede marcar una diferencia en nuestro proceso de manera que nos permita superar exitosamente volviendo a adaptarnos a nuestra vida, asimilando lo sucedido y dándole un nuevo significado. O también podemos carecer de adecuadas redes de apoyo (familiares, compañeros y amigos), lo cual puede ocasionar que el episodio de depresión se prolongue por mucho más tiempo y se llegue a agravar.
Independiente de lo anterior, si somos adultos debemos recordar que somos responsables de nosotros mismos; por lo tanto en caso de llegar a sentirnos deprimidos hay muchas opciones que nos pueden apoyar desde la biblioterapia, la psicoterapia, actividades que sean placenteras, relajantes y que nos ayuden a tener una introspección. Lo principal es reconocerlo y buscar ayuda y/o apoyo.
Indiscutiblemente cada ser humano es único y el mejor tipo de ayuda para cada uno puede ser diferente, la vivencia de la depresión es distinta, nuestras circunstancias y redes de apoyo también varían.
Aunque de momento no detectemos qué es lo que detonó la depresión, que puede suceder; realmente no es importante el qué la ocasionó originalmente para poder comenzar a tratarla, sino el irnos adentrando en nosotros mismos para ir comprendiendo cada vez más lo que ocurre en nuestro presente.