
Ante una noticia de cáncer, es inevitable que haya una reacción emocional que nos impacte ante una noticia tan dura como esta, de hecho, si ante una noticia así no hay ninguna reacción sería más preocupante. Nos vamos a encontrar con sentimientos desconocidos en este momento, con alguna idea acerca de todo este proceso por alguna experiencia previa, o porque a algún amigo o conocido le ha pasado antes.
Hay momentos en los que surge la tentación de la tiranía del optimismo y el positivismo como si nos fuéramos a curar antes por pensar en positivo, hay días en los que nos encontraremos más contentos o motivados, pero también hay que permitirse estar mal cuando uno se siente mal, no hay que tapar los sentimientos porque sean negativos, es importante expresarlos y sacarlos a fuera.
Entre todo este huracán emocional en el que se encuentra uno en esta situación las reacciones más habituales son las siguientes, aunque cada persona es diferente y puede pasar por diversas actitudes a medida que el proceso va avanzando. Hay que mencionar que el proceso de cicatrización emocional del ser humano se hace hablando de lo que nos pasa en un lugar seguro como puede ser la terapia individual.
Una de las primeras reacciones más habituales es la negación que hace referencia al primer momento de incredulidad, cuando te dan la noticia es muy difícil asimilarlo y se pasan por la cabeza pensamientos como “no me lo puedo creer” “esto no me puede estar pasando”. Esta sensación va acompañada de todos los miedos que se pueden acercar al cáncer y es cuando se realiza una búsqueda de información en internet y se llena la cabeza de ideas erróneas. Aunque sea una de las primeras reacciones no quita que se pueda mantener en el tiempo como todas las demás.
Las siguientes emociones pueden ir antes, después o simultáneamente. Por ejemplo, los sentimientos de tristeza suelen estar asociados a la incertidumbre ante el futuro, ¿Qué va a pasar? ¿Cómo vamos a organizarnos? ¿Quién cuidará de mí, o de ti? Todos los aspectos y rutinas que va a haber que cambiar para dar espacio a la enfermedad. Junto con ese sentimiento de renuncia (hacerle un hueco al cáncer en nuestra vida) vienen todos los sentimientos de enfado rabia e ira, con esa enfermedad que nos está trastocando la vida que teníamos más o menos organizada. Suele ser habitual preguntarse ¿por qué nos ha pasado esto a nosotros?
Por último, las emociones relacionadas con la negociación son esas que una vez se ha aceptado más o menos que va a haber que lidiar con esta enfermedad, se empiezan a pensar formas para poder organizarse y asumir que el cáncer va a formar parte de la vida para siempre, ya que rara vez el cáncer no deja secuelas emocionales y/o físicas, sociales.
*Todas las reacciones/emociones son habituales, lo que determina la gravedad de la emoción es la intensidad con la que se viva*
Si es posible y la enfermedad lo permite y se mantiene estable durante un periodo de tiempo largo y, gracias a capacidades que se han desarrollado en cada persona durante el proceso oncológico, capacidades que igual no sabíamos que había en nosotros como adaptación a la situación, aprender a vivir de otra manera, quizá se pueda llegar a aceptar y a comprender la enfermedad como parte de la vida con los cambios realizados.
Partiendo de la dificultad de este proceso es necesario destacar la importancia de escucharse y cuidarse. Para ello, es favorable adquirir una forma de comunicación respetuosa que consiste en defender tus necesidades, expresar tus opiniones y realizar sugerencias, cuidando a otros y a uno mismo.
Esta primera frase se refiere un poco a hacerse cargo de tus sentimientos y emociones y expresarlos para que la persona que está al lado entienda tu situación y no sienta que está haciendo algo mal cuando tienes un día más complicado. a veces sin darnos cuenta (cuando no nos escuchamos) lo pagamos con las personas que están a nuestro alrededor, por eso es tan importante durante este proceso la comunicación, hablar las cosas y acercar posturas para llegar a estar de acuerdo en momentos difíciles.
El cambio de roles es una parte importante del proceso. Una vez que la enfermedad entra en nuestras vidas es habitual que se adquieran roles de enfermo y cuidador. Con lo que cabe recordar que, aunque ahora haya una persona enferma en casa y una que se ocupe de cuidar a esta primera, no hay que olvidar que cuando la enfermedad lo permita se sigue siendo marido, mujer, amigo, padre, madre, compañero, etc. Este es un aspecto positivo para ambas partes, para que la persona que padece el cáncer vuelva a ser la de siempre y no se quede “encasillada” en el rol del enfermo. Tampoco hay que olvidar que cuando la enfermedad lo requiera o necesite, habrá que alejarse un poco de este rol y volver al de enfermo y cuidador.
Hay días en los que el cansancio o los sentimientos negativos no te permitirán afrontar el día con mucha energía y para ello es importante aprender a comunicarse desde el respeto y el cuidado para uno mismo y los demás para facilitar la relación.
Compartir tus sentimientos y favorecer que el otro comparta los suyos para saber qué necesita, en qué momento está; hay veces que no nos expresamos porque pensamos que vamos a sobrecargar al otro y este otro igual está deseando saber cómo lo estamos pasando.