
Es una etapa confusa tanto para el niño/a como para los padres y puede conllevar momentos de crisis es un preámbulo de lo que más tarde podrá observarse durante la adolescencia. El niño/a pequeño experimenta en los primeros años un estado de fusión que le lleva a sentirse como parte del todo, uno con el mundo, y es en ese cambio donde se produce una transición hacia la realidad dual en que vivimos, un cambio en la experiencia de sí mismo con el mundo. El niño/a comienza a sentir una separación, a verse como un ser individual separado del resto de las personas y lugares que lo rodean, y por tanto siente la pérdida de la primera infancia que le había acogido hasta ahora. Empieza a darse cuenta del encuentro con un otro. Hasta este momento vivía en un estado como de ensoñación y fantasía donde se sentía completamente protegido, y manifestaba esa admiración y fascinación hacia las figuras paternas y de autoridad y de manera insidiosa los muros de su dorada infancia comienzan a resquebrajarse . Piaget se refiere a esta etapa como el inicio de la fase del pensamiento concreto operativo. Es el primer estadio de un proceso de individuación que se inicia con sus padres, extensibles a maestros y otros adultos que ya no resultan tan perfectos, empiezan a detectar sus defectos y los expresa abiertamente y como resultado de esta pérdida de inocencia, comienza a ver a los adultos con un sentimiento de distancia, de antipatía, llegando a rebelarse ligeramente.
La historia del río Rubicón. Hacia el año 49 a. C., Julio César volvía a Roma tras su campaña victoriosa en las Galias, al frente de sus tropas. Sin embargo, la ley romana prohibía a los generales entrar en Italia con su ejército; debían desbandarlo antes de atra – vesar la frontera, situada a lo largo del río Rubicón, bajo pena de muerte. César conocía esa ley; y atormentado por las dudas, decidió cruzar el Rubicón a sabiendas de que este gesto significaría la guerra civil contra los entonces cónsules de Roma. Según la tradi ción, César pronunció la famosa frase Alea jacta est (la suerte está echada) cuando se disponía a cruzar el río con sus tropas, señalando que ya no había vuelta atrás tras ese gesto. No le quedaba ya sino afrontar las inevitables consecuencias. La guerra civil, en efecto, se produjo y acabó con la victoria de César. Desde entonces, se usa la frase cru zar el Rubicón para referirse a un momento de gran confusión interna.
Las emociones que pueden surgir de ahí son variadas e intensas. Esta crisis puede pasar inadvertida porque afecta a la vida interna del niño/a suele ser un momento difícil, a ve ces no verbalizado, y que puede estar acompañado de síntomas como sentimientos de anti patía enfado e irritabilidad. A menudo, sin causa aparente, pueden darse enfados des proporcionados y cierta sensación de irritabilidad en su estado de ánimo.
Sentimiento de soledad y tristeza. A los siete años la mayoría de los niños/as son seres sonrientes, alegres, risueños, son encantadores la mayor parte del tiempo con nueve años, un tinte de melancolía empieza a invadirles, comienzan a sentirse separados del mundo, deben aprender a valerse por sí mismos y aparece el sentimiento de soledad. Mu chos niños/as pueden de repente sentirse muy solos/as, y expresar por cualquier pequeña razón, mucha tristeza y llantos, a modo de duelo ante la pérdida. Al percibirse separados de sus padres, es habitual que aparezcan en estos momentos dudas, muchas veces en se – creto, por lo intranquilizante y perturbadoras que resultan, llegando a fantasear de si sus padres son sus verdaderos padres, o quizás sea adoptado.
Sentimiento de injusticia. Las dudas y cuestionamientos aparecen. Se preguntan si las normas y las reglas están realmente justificadas. Se dan cuenta que los adultos no lo sa ben todo, que son menos confiables, que a veces rompen promesas, que olvidan cosas importantes y que cometen errores. Y al darse cuenta de ello, se quejan, se confrontan, se enfadan, pueden ser groseros y muy críticos.
Miedos y temores. Pueden experimentar nuevos temores y reaparecer otros ya aparente – mente superados hace años. Es muy habitual que les dé miedo por ejemplo que mamá y papá puedan enfermar y morir o separarse. Estos pensamientos inquietantes puede provo – car problemas para dormir, y aparecer también miedo a la oscuridad y las pesadillas. Sur gen preocupaciones por cuestiones existenciales de forma recurrente. Síntomas psicoso máticos. Esta época puede venir acompañada de algunos síntomas como palpitaciones, problemas respiratorios y dolores de cabeza que pueden llevarle a intensificar sus preo – cupaciones por las manifestaciones físicas vividas. También pueden reaparecer hábitos infantiles superados como chuparse el dedo o mojar la cama puntualmente.
Estas experiencias van formando en el niño/a su Autoconcepto
Se siente capaz y seguro de poder hablar durante horas de cualquier tema, de una manera completamente nueva con una persona adulta, hasta ocuparse de tareas domésticas, como por ejemplo su ropa o ir a hacer la compra. Como siempre, lo más importante es ayudar les a afrontar este nuevo reto, hacerles saber que no están solos/as, que pueden contar con nuestro amor y apoyo en todo momento. Se trata de convertirnos en una presencia constante que puedan ver, sentir, y sobre todo, permitiéndoles sentir la incomodidad de este momento de desarrollo. De alguna manera es el momento de empezar a soltar de darles apoyo y orientación, sin pretender dar soluciones como hasta ahora venia suce – diendo.
A la hora de establecer limites se trata de encontrar un equilibrio entre determinación y amorosidad para el cumplimiento de los mismos al tiempo que les damos el espacio para aprender por ensayo y error.
Como podemos acompañar en ese viaje interior al encuentro con el otro, Yo-Tú
Acompañar esta etapa del niño y la niña por parte del mundo de los adultos requiere de una actitud serena de cuidado y sensibilidad y atención con lo emergente, por una parte, hay un duelo por lo que queda atrás y por otra, cierta ansiedad e incertidumbre un balan – ceo entre algo viejo algo nuevo. La vida comienza a desdibujar ciertos pasajes de aventu – ra y pruebas a realizar que comporta la adquisición de destrezas, habilidades, inteligen – cia, fuerza, valor y compromiso. Sabe que cuenta con figuras de protección , sin embar go, empieza a darse cuenta de que las consecuencias que traen los actos y las decisiones tienen un autor y autora y se ha de responder ante los mismos.
Algunos recursos apropiados para esta edad son las actividades artísticas, acuarela sobre papel seco y mojado, arcilla y barro, por ejemplo, la construcción de una casa con diver sos materiales, lecturas de gestas históricas donde se abandona un territorio y se empren – de el camino hacia otros nuevos. Narrativa clásica infantil, cuentos hermanos Grimm. Donde el lenguaje simbólico de los cuentos le permite adentrarse en esos mundos que vi – vidos en tercera persona como una proyección calma y da sosiego a la agitación de las vivencias interiores.
Es muy importante que seamos conscientes de que estos cambios representan una etapa necesaria, que puede crear cierta tensión en la familia, que no durará para siempre. Y te – ner muy claro que es una transición que trae consigo un proceso de cambio transforma – dor y madurativo en el desarrollo del YO.