
El tabaco, como cualquier otro psicoactivo, está relacionado con una forma de adicción. Numerosos estudios en todo el mundo avalan esta condición. Positiva o negativamente, se ha posicionado en la vida social siendo un invitado infaltable en cualquier reunión.
Pero este simpático, bohemio, misterioso, relajante, excitante, cálido y sofisticado “invitado”, una vez convertido en hábito puede generar grandes problemas en la salud, tanto física como psicológica.
Nadie objeta que probar y disfrutar ciertas cosas en la vida es regla de oro para sentir satisfacción. Pero como todo, no debemos perder las proporciones, ni permitir que esos pequeños gustos nos absorban y nos conviertan en sus esclavos.
El tabaco es considerado una droga, ya que altera el sistema nervioso central. Hace muchísimos siglos era utilizado en las tierras americanas mucho antes del encuentro con los europeos con fines médicos y ritualistas; seis siglos después se ha convertido en un producto de uso generalizado en el mundo.
Investigaciones del siglo XX arrojaron resultados que lo relacionan con el desarrollo de enfermedades del corazón, pulmón, hígado, el cáncer y otras afecciones del cuerpo humano. A partir de entonces, han surgido campañas para promover la disminución de su consumo, pero la incidencia del mismo persiste. A esto se suma que no solo perjudica a quien lo fuma, sino a las personas alrededor de este.
Cuando abordamos el hecho nocivo de este tipo de producto, comprendemos que el elemento determinante es la dificultad para dejarlo. Pero, ¿qué lo hace tan adictivo? Los estudios señalan a la nicotina como culpable. La nicotina es una sustancia química que contiene la planta de tabaco.
Pero, ¿eliminar la nicotina es suficiente para evitar que un fumador cese su adicción? La respuesta probablemente esté relacionada con su consumo público. Aunque este desee dejarlo, y sea consciente del daño que le causa al organismo, el hecho de frecuentar amistades fumadoras, participar en eventos donde se esté fumando y relacionarlo con elementos de estatus, le impedirá romper el vínculo vicioso definitivamente.
¡No todo es meramente físico! El campo psicológico, las relaciones interpersonales son determinantes en la vida, la continuación en el consumo de tabaco no es la excepción. Psicológicamente la persona lo relaciona con momentos de felicidad, buena compañía, disfrute, entre otros.
Muchas de estas referencias (algunas de ellas arbitrarias) se han generado gracias a la publicidad en los medios de comunicación, y otras gracias a las vivencias personales.
Romper esa asociación entre situaciones, personas y experiencias, y el tabaco, representa un gran reto que hace necesario, además de tratamientos químicos y multidisciplinarios, mucha consciencia, fuerza de voluntad, y respeto a nuestro bienestar.
El cómo apreciemos al tabaco en nuestra dimensión social de la vida, ayudará significativamente a reflexionar “y a lanzar la colilla muy lejos”. Si este es tu deseo, ¡comienza hoy! Lo más importante es tú bienestar.